martes, 28 de enero de 2014

Insoportable pasividad de la ONU en el Sahara






Jadiyetu El Mohtar. Representante de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis en la Delegación Nacional de España en Madrid.
Los saharauis se preguntan: “La Minurso, ¿para qué?”, si no es capaz de protegerles de los abusos y de las prácticas represivas que se ejercen contra ellos desde hace décadas. Luces y taquígrafos se pusieron aparentemente cuando los Estados Unidos de América hicieron el amago de presentar su propuesta para la ampliación del mandato de la Minurso, para que vigile la protección de los derechos humanos en el Sahara ocupado por Marruecos. Marruecos ejerce represión en el Sahara, un territorio no autónomo y pendiente de descolonización desde que un fatídico 14 de noviembre España materializara su dejación de responsabilidades para con su excolonia, a través de la firma con Marruecos y Mauritania de los vergonzosos Acuerdos Tripartitos de Madrid. A partir de entonces comenzaron las violaciones de derechos humanos y, más aún, el intento de exterminio contra el pequeño y pacífico pueblo saharaui cuyo delito es ser dueño de un territorio rico en recursos naturales.
Familias enteras fueron encarceladas y torturadas, y muchos de sus miembros siguen hoy en día engrosando las listas de los más de 550 desaparecidos; otros ya han sido identificados en las fosas comunes descubiertas recientemente en Mheriz. Desde entonces, la represión no ha cesado ni un minuto y son ya casi 40 años los que lleva el pueblo saharaui reclamado su derecho a la autodeterminación, que reconocen cientos de resoluciones de la ONU.
Tras el alto el fuego decretado el 6 de septiembre de 1991, la población saharaui alimenta esperanzas ante una inminente solución política al conflicto a través de un referendo como mecanismo democrático de libre expresión, que Marruecos niega y por el cual se constituyó la Minurso (Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental).
La misión se desplegó por todo el Sahara ocupado y en los territorios liberados, desarrollando una intensa labor de identificación del censo electoral, supervisando la liberación de los prisioneros militares marroquíes en manos del Frente Polisario y supervisando el programa de intercambio de visitas de las familias saharauis a ambos lados del muro de la vergüenza.
Tras 22 años de presencia de la Minurso sobre el terreno, el muro sigue en pie, más reforzado si cabe. Los votantes siguen ansiando ver las urnas y la represión que se ejerce sobre los saharauis se intensifica día tras día, porque están siendo literalmente machacados a palos ante la presencia de los cascos azules.
Ante la indignación que provoca la impunidad del agresor y el silencio de la comunidad internacional, los mismos saharauis que bajo la represión sangran a diario han optado por hacer un llamamiento al mundo y a la ONU, lanzando una campaña internacional, exigiendo la ampliación del mandato de la Minurso para dotarla de competencias para vigilar y proteger los derechos humanos en el Sahara Occidental. Para hacer visible su campaña ante el bloqueo que impone Marruecos sobre el territorio han optado por llevar a cabo manifestaciones multitudinarias los días 15 de cada mes hasta la fecha prevista para la renovación del mandato de la Minurso, previsto para el 15 de abril de este mismo año.
Es fundamental y urgente la aprobación de esta medida para frenar la represión desencadenada de forma brutal y descarada por las fuerzas de ocupación, especialmente contra jóvenes y mujeres por ser el baluarte de la resistencia no violenta frente al acoso, la intimidación, las violaciones físicas y sus consecuencias psicológicas, por no citar las detenciones, torturas, desapariciones forzosas de las que son víctimas diariamente en sus barrios y en sus propias casas.
La imagen de Lhadra Aram, apaleada hasta la extenuación, tirada en el suelo, viendo cómo sus enseres y su casa eran quemados, mientras a todos se nos encogía el alma al ver que aún le quedaba valor para denunciar ante las cámaras (con su hijo mamando de su pecho ensangrentado) la barbarie que había sufrido y su voluntad de no rendirse ante la injusticia, hace necesaria la intervención de la ONU.
La ONU debe ordenar de inmediato la vigilancia de los derechos humanos en el Sahara para evitar que siga el sufrimiento que padecen los y las saharauis que resisten de manera pacífica las descargas brutales de la policía y del ejército marroquíes cada vez que salen a la calle. De lo contrario, la escalada puede desembocar en consecuencias imprevisibles.
Si el mandato no contempla la proyección de los derechos humanos, a todos los saharauis y a aquellos que apoyan su justa lucha no les quedará más respuesta a la pregunta “La Minurso, ¿para qué?” que... “solo para tomar té”.